El Elogio de
la Sombra
Junichiro
Tanizaki (1886-1965)
Ed. Siruela,
37ª edición marzo 2017
Por: Nora Spivak
El
libro-ensayo de Junichiro Tanizaki escrito en 1933, propone una reflexión sobre
la estética y la identidad japonesa. Observa que aquello que se considera bello
en Occidente siempre estuvo ligado a la presencia de la luz y la blancura,
mientras que lo oscuro y sombrío siempre estuvo asociado a la tristeza y lo
oculto. Para el autor la penumbra y la sombra no solo no tienen una connotación
negativa sino que se consideran signos de belleza.
Observa
Tanizaki “los japoneses han sabido
dilucidar los misterios de la sombra”.
Los códigos
de belleza y la estética japonesa tienen su origen y su razón en cierto tipo de
iluminación: linternas de petróleo y candelabros con velas tienen la cualidad
de iluminar en forma tenue y oscilante, sugiriendo contornos y formas. El tiempo se ve expresado en el desgaste del
material, en las patinas, en la superficie sedosa y traslucida del papel, en el
valor de lo usado y de lo que tiene historia. En las salas de estar suele haber
un pequeño espacio elevado (que no debe pisarse) llamado toko no ma adornado con un cuadro, un arreglo floral o un rollo
desplegable. Ese adorno no está allí con sentido decorativo, sino más bien para
celebrar el refinamiento de lo que apenas se adivina en la armonía de la sombra
y la luz.
Dice: “A nosotros nos gusta esa claridad tenue,
hecha de luz exterior y de apariencia incierta, atrapada en la superficie de
las paredes de color crepuscular y que conserva apenas un último resto de vida.
….esa penumbra, vale por todos los adornos del mundo y su visión no nos cansa
jamás.”
A lo largo
del texto Tanizaki observa y reflexiona sobre la luz que se desliza en la
penumbra y moldea por apenas estar, otorgando belleza a la arquitectura de
grandes aleros, a los objetos de arte, la vajilla y utensilios.
“…creo que lo bello no es una sustancia en
sí sino tan solo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por la
yuxtaposición de diferentes sustancias.”
Sin
más que maderas, papel y paredes desnudas, los rayos luminosos más que mostrar,
engendran oscuridades y rincones, la leve claridad revela un jarrón en su hueco
sostenido por las tinieblas que pesan a su alrededor, el aire es silencio y las
sombras son eterna serenidad.
“Me
gustaría ampliar el alero de ese edificio llamado “literatura”, oscurecer sus
paredes, hundir en la sombra lo que resulta demasiado visible y despojar su
interior de cualquier adorno superfluo.”
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